Cuando ocupe el poder el 10 de diciembre, el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, buscará romper con algunas estructuras de sus antecesores y, de manera prioritaria, terminar con la violencia de género, promover un lenguaje inclusivo y legalizar el aborto.
Quizás algunos quieran justificar esa determinación en el hecho de que su hijo único, Estanislao Fernández, es un Drag Queen y transformista. Sin embargo, las voluntades del próximo inquilino de la Casa Rosada dan fe de su comprensión de la necesidad de Argentina de entrar en el siglo XXI y terminar con todas las desigualdades.
“¿Quién puede vivir en una sociedad donde vemos la violencia de género y la sociedad no reacciona? ¿Cómo podemos vivir con eso?”, se ha preguntado el futuro mandatario en diversas ocasiones.
Para entrar en la modernidad, Fernández aseguró en un reciente programa de radio que es necesario crear el Ministerio de la Mujer, la Diversidad y la Igualdad. La institución auditaría todas las políticas que fomenten y respeten la igualdad de género y las diversidades sexuales.
El mandatario electo, de 60 años de edad, lamentó que Argentina siga viviendo situaciones como feminicidios, violencia de género y discriminación contra las mujeres”, propias más bien de lo que llamó “una Argentina medieval”.