El plazo de seis meses que estableció el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para bajar los niveles de violencia en el país venció esta semana sin resultados claros, por lo que el mandatario admitió este miércoles que la criminalidad no se puede reducir de sopetón.

“Veníamos de una tendencia al alza en delitos, sobre todo homicidios, por la política equivocada que se impuso desde 2006. (La tendencia) no se puede bajar de la noche a la mañana”, admitió el gobernante al ser cuestionado sobre el asunto en la rueda de prensa matutina en el Palacio Nacional.

El pasado 22 de abril, tras la masacre de 14 personas en el municipio de Minatitlán, en el oriental estado de Veracruz, López Obrador prometió reducir la violencia en seis meses gracias a la puesta en marcha de la Guardia Nacional, un nuevo cuerpo de seguridad formado por policías y militares.

Pero en lo que va de año son 25 mil 890 casos de homicidio doloso, un 2.4 por ciento más que en las mismas fechas del año anterior y, de continuar así, México cerraría 2019 como el año más violento desde que comenzaron los registros hace dos décadas.

El país ha quedado consternado con nuevos episodios violentos, como la masacre en agosto de 31 personas en Coatzacoalcos (Veracruz) o los tiroteos la semana pasada en Culiacán (Sinaloa) durante la fallida captura de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, donde murieron 14 personas.

EL GOBIERNO DICE QUE HA FRENADO LA TENDENCIA

A pesar de que México podría cerrar su año más violento, el Gobierno señala que ha podido frenar la tendencia al alza de homicidios dolosos que se venía registrando mes tras mes en la última década.

Según los últimos datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la cifra de asesinatos se redujo un 4.7 por ciento en septiembre con respecto a agosto (2 mil 825 frente a 2 mil 948).

Esta reducción da continuidad a la leve tendencia a la baja que se venía dando desde junio, cuando se registraron de 3 mil seis asesinatos.

“Vamos bien en general. Hay un cambio de estrategia y esto lleva algún tiempo, como es natural, pero estamos avanzando en lo que consideramos fundamental para garantizar la paz y la tranquilidad”, respondió este miércoles el presidente tras ser preguntado sobre el plazo que estableció hace seis meses.

Para respaldar sus palabras en números, López Obrador, que asumió el poder el 1 de diciembre de 2018, mostró un gráfico según el cual, en lo que va de 2019, ha habido 123 fallecidos en agresiones contra la autoridad, una cifra que en 2011, bajo el mandato del derechista Felipe Calderón, fue de 1.412.

En otro gráfico, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el mandatario enseñó que, cuando asumió el poder en diciembre, el 73.7 por ciento de los ciudadanos consideraba inseguro su municipio, una cifra que en septiembre bajó al 71.3 por ciento.

Y sobre los homicidios dolosos, argumentó que hay un punto de inflexión, puesto que entre diciembre y septiembre, la variación mensual de asesinatos se ha reducido un 0.2 por ciento respecto al mismo período del año anterior.

COMBATIR LA VIOLENCIA CON EL BIENESTAR

El gobernante criticó de nuevo la guerra militar contra el narcotráfico llevada a cabo por sus predecesores, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, e insistió que pacificar el país es un proceso lento porque pasa por generar “bienestar” y oportunidades laborales para la población.

Según el mandatario, si el Ejército se hubiera enfrentado la semana pasada al Cártel de Sinaloa durante la captura del hijo del Chapo, el número de muertos habría ascendido a 200, por lo que concluyó que “la mano dura” no funciona.

“Los autoritarios todo lo querían resolver con el uso de la fuerza, con medidas coercitivas, y esta estrategia no dio resultado. Nosotros estamos cambiando el paradigma, por eso digo que vamos bien, porque hay más bienestar y esto va a ayudarnos a conseguir la paz”, sostuvo el mandatario.

En ese sentido, defendió sus programas de becas para jóvenes, ya que la juventud se quedó “sin opciones” en Gobiernos anteriores y, cuando caían en las redes del crimen organizado, eran “masacrados” por las fuerzas de seguridad.

En segundo plano, dijo que se está trabajando en la profesionalización de los cuerpos de seguridad, el fin de la impunidad, la desvinculación entre la delincuencia y las autoridades, así como el control del tráfico de armas.