Los cambios en la rutina pueden ser un evento que generen una sensación de la pérdida del control. Este año se caracteriza por tener un cambio tras otro y el proceso de nuevas rutinas y realidades será gradual, constante y largo, muy largo.

“La recuperación va a ser lenta y muy tortuosa y en el caso de la gente que trabaja en el sector informal, es la que la está pasando peor, porque tiene que salir, tiene que trasladarse largas distancias, comprar sus productos, pero confío en que México se pueda adaptar, incluso cuando esta situación no tiene precedentes”, dijo Elías Micha, director general de TallentiaMx.

El filósofo griego, Heráclito de Efeso, dijo alguna vez que “lo único que permanece es el cambio”, aunque nunca dijo cuál es el impacto que tiene en la vida del ser humano.

La nueva normalidad es un escenario “de mucha incertidumbre, a eso es muy difícil adaptarse, tanto psicológicamente como económicamente, esa es la parte difícil”, agregó Elías Micha.

Crear una nueva rutina y apegarse a ella es un proceso prolongado que puede generar ansiedad e implicar esfuerzos adicionales que afectan nuestro comportamiento, así como la energía que tenemos que utilizar para realizar nuestras actividades cotidianas. El estudio Cómo se forman los hábitos: modelar la formación de hábitos en el mundo real, elaborado por la University College de Londres, señala que un cambio de rutina puede tardar en promedio 66 días.

La Fase 3 de la Jornada Nacional de Sana Distancia, que nos mandó a casa y provocó el cierre de los negocios no esenciales, inició el 23 de marzo y concluyó el 31 de mayo, lo que abarcó 69 días, un tiempo apenas suficiente para adaptarse al cambio de hábitos.

El mismo estudio refleja que la formación de rutinas implica la reducción de un esfuerzo físico o mental para realizar una actividad determinada. El análisis pidió a los participantes medir en una escala del uno al cinco, qué tan complicado les resultaba hacer una actividad para formar un hábito (como caminar, salir a correr, hacer ejercicio, meditar o tomar agua).

Llegar al uno, detallan los investigadores, implica que no se realiza ningún esfuerzo para hacer una actividad y que es prácticamente una parte automatizada, un proceso que tardó en promedio 66 días.

En México, la Nueva Normalidad todavía no tiene un efecto tan grande, pero representa otra modificación al estilo de vida de los mexicanos, mismo que apenas lleva 36 días, un tiempo que, según el estudio, resulta insuficiente para generar una estructura que dé la sensación de control o que no hay que realizar un esfuerzo para realizar nuestras actividades.

“Estos cambios pueden derrumbar al individuo como tal. Tengo pacientes que están al borde del suicidio, porque con el confinamiento entramos a un estado de soledad, independientemente de las personas con las que vivas. Te empiezas a preguntar y cuestionar qué pasa con tu vida, y esto ataca más en una situación compleja como el confinamiento”, dijo Liliana Valdez, maestra en Terapias Psicosociales de la Universidad Mexicana.