En una zona descampada, un vientecillo arremolina polvos que levantan las máquinas del Ejército Mexicano. La base aérea militar de Santa Lucía, en Zumpango, se empieza a transformar. Las primeras obras que en ese sitio se llevan a cabo sin descanso consisten en quitar una cubierta de hierba y aplanado. En este punto exacto, en dos años, habrá una pista de aterrizaje y despegue.
En el terreno de dos mil 300 hectáreas se mueven incesantemente trascabos, montacargas, aplanadoras, camiones de volteo y vehículos pesados. Todos pintados de verde olivo. Los operadores de la maquinaria son en este momento —pues más adelante habrá apoyo civil— todos soldados.
José Cruz Vargas Rangel, Coronel Ingeniero Constructor y Encargado responsable del Proyecto en el Frente 1 —de los 17 en que se acomete la obra—, señala, durante un recorrido de La Razón en el lugar, que los caminos que empiezan a materializar el proyecto que, a juzgar por la forma en que lo conocen y exponen, les hace sentir, a quienes integran las filas del Ejército una combinación de orgullo y responsabilidad.
“El análisis que hemos hecho y la planeación nos permite saber y estar seguros que es perfectamente viable”, declara con certeza.
El coronel es parte del Agrupamiento de Ingenieros de Santa Lucía, grupo que se creó exprofeso para llevar a cabo la edificación de una de las obras insignia del nuevo gobierno: el Aeropuerto Felipe Ángeles.
Y con una dificultad extra: sólo tienen dos años para terminarlo y seis meses para dejarlo a punto para su uso.
Un escudo especial identifica a este agrupamiento, tiene fondo azul y una Torre de Albarana —emblema de generosidad, constancia y trabajo— un avión comercial y un militar. Lo portan cosido a la camisola a la altura del corazón. Tiene la leyenda: “Cumpliremos la Misión”.
Dimensionar un aeropuerto que tendrá la capacidad de recibir a 19.5 millones de viajes en una primera etapa —el proyecto es escalable y puede llegar al doble de los que recibe hoy el AICM—, parece complicado para quien poco sabe de ingeniería, pero el Coronel parece tenerlo visualizado.
Con facilidad señala con la mano los trayectos de los vuelos que ahí habrán de aterrizar y despegar y precisa los puntos donde se erigirán la zona de pasajeros, la torre de control, las pistas, el sistema fotovoltaico de generación de electricidad y demás componentes del megaproyecto que se prevé esté listo el 21 de marzo de 2021.
En el punto donde la tierra ya ha sido aplanada, comenta que “después vendrá la cimentación de todas las instalaciones incluyendo las pistas. Primero es la etapa del terraplén, después se ponen capas de grava, arena y concreto y en tres meses se pone la capa de superficie de rodamiento de concreto, en cuatro meses habrá un avance significativo”.
—¿Hay controles especiales en el proceso constructivo?
—Son los procesos constructivos más avanzados, con los equipos más recientes en maquinaria y sistemas de información. No vamos a arriesgar la seguridad con cosas que no están aprobadas. Aquí vamos a poner en marcha los proyectos que nos den más certeza.
Desde la presentación del proyecto, el día que arrancaron las obras —tras ser desechados los últimos amparos que colectivos habían interpuesto—, se dio cuenta que la apuesta de Santa Lucía era un diseño funcional, pero entre los militares que acompañan el recorrido y lo conocen destacan también los elementos que hacen que les guste.
El diseño de la Torre de Control de la nueva terminal se basó en el “Macuahuitl”, un arma semejante a una espada usada por las culturas mesoamericanas, y su edificio principal tendrá cristales en fachadas para que se vea hacia adentro. Pero nunca descuidan que la premisa es que sea fácil de construir.
El hecho de que el terreno sea plano asegura una buena cimentación con la suficiente resistencia para albergar cualquier tipo de construcción, y eso asegura que estará libre de inundaciones o de los efectos de cualquier fenómeno que le pueda afectar, comentó el coronel Vargas Rangel.
Al día de hoy, dos mil hombres se encuentran trabajando 12 horas diarias, aunque en breve los periodos de trabajo serán más largos para acelerar las obras.
Otra de las acciones futuras será la reubicación de las instalaciones militares que actualmente existen para generar un entorno de coexistencia entre civiles —turistas y viajeros— y militares.
“Es necesario reubicar las unidades habitacionales y algunas instalaciones, ya que muchas tienen su origen en los años 50 y ya cumplieron su vida útil”, destaca José Cruz Vargas Rangel, Mayor Ingeniero Constructor.
Esos cambios, sin embargo, no afectarán el caso de la Hacienda de Santa Lucía que se encuentra al interior del complejo. Ésta será y se adherirá al proyecto para asegurar su conservación; incluso, eventualmente podría integrar a su fisonomía algún aspecto de la construcción colonial.
El Dato: La Agencia Federal de Aviación Civil se creó en sustitución de la Dirección General de Aeronáutica y se encargará de ejecutar las medidas de seguridad y prevención en la materia.
El Aeropuerto Felipe Ángeles contempla un gasto de 75 mil millones de pesos. Y la realización de obras relacionadas con la movilidad que permitirán detonar sus capacidades, como la construcción de una estación del Tren Suburbano.
El Coronel Vargas Rangel considera que construir este aeropuerto es una gran responsabilidad, “pero estoy convencido que es viable en tiempo y costo; dentro de la experiencia que tenemos al construir carreteras, hangares, pistas y toda la infraestructura; ya lo hemos hecho y lo sabemos hacer”.