En un país donde la mayoría de los trabajadores está dentro del sector informal, muchas veces las personas tienen que decidir entre salvaguardar la salud o su economía.

La pandemia por el nuevo coronavirus no sólo ha traído consigo enfermedad. En un intento de las autoridades por aplanar la curva de contagio, hemos sido orillados a un confinamiento indefinido, el cual repercute en la gran mayoría de las actividades. Sin embargo, al sector que más ha afectado es al económico; la enfermedad ha ocasionado, según la Organización Mundial del Comercio, la peor crisis financiera desde 2009. Y esto apenas va comenzando.

La OMC prevé que el comercio mundial de mercancías se desplome entre un 13 por ciento y un 32 por ciento en 2020, debido a la pandemia. La Organización Internacional del Trabajo estima un total de 2.000 millones de personas en la economía informal, de los cuales el 80 por ciento se verán o se ven afectados, pues la crisis dio lugar a una pérdida del 60 por ciento de los ingresos de los trabajadores informales a nivel mundial.

El Estado de México se ubica entre las cinco regiones del país con el mayor número de empleos perdidos debido a la contingencia por COVID-19, de acuerdo a Teodoro Martínez Castillo, presidente de la Asociación de Empresarios e Industriales del Estado (ADEIEM); de marzo a abril de este año se han recortado alrededor de 16 mil fuentes de empleo en la entidad, y a finales de abril, el número de empleados aumentó a 18 mil, según Maurilio Hernández, presidente de la Junta de Coordinación Política en el Congreso Local. Juan Felipe Chemor, presidente de la Canaco Toluca, estima que la cifra de pérdidas en el sector comercial, de servicios y turismo, podría superar los 100 mil millones de pesos, lo equivalente al cierre definitivo de hasta 77 por ciento de los negocios, en especial las micro, pequeñas y medianas empresas. El 65 por ciento de los comercios han cerrado como parte de las medidas de prevención de contagios.

Como se observa en las cifras anteriores, a pesar de que México se encuentra dentro de las 15 mayores economías en el mundo, sufrirá una fuerte caída. En palabras de Grisel Ayllón-Aragón, directora asociada del Departamento Regional de Economía del Tecnológico de Monterrey, lo anterior se debe a que la distribución del ingreso y el porcentaje de la economía informal son focos rojos para el bienestar de la población; el Inegi reporta que dentro del país la población económicamente activa es de 57.7 millones de personas, de las cuales se estima que 31.3 millones se encuentran en el sector informal (más del 54 por ciento de la fuerza laboral).

Esto aunado a que en el documento “México: Evolución de la pobreza y distribución del ingreso”, publicado en 2019 por el equipo de investigación de BBVA, se señala que el 57.3 por ciento de los mexicanos tiene carencia por acceso a seguridad social. Y es la carencia social de la medición de la pobreza multidimensional con mayor magnitud en México, debido en gran parte al alto nivel de empleos informales en el país.

Lo anterior es pieza clave para entender el impacto de crisis sanitarias y económicas que la población pudiese sufrir, como lo es en este momento la pandemia por el COVID-19. “ Somos un gran país que no ha solventado problemas de distribución del ingreso y formalización del trabajo. Esto deriva en problemas de seguridad social, recaudación y vulnerabilidad de pobreza, entre otros ”, comentó Ayllón.

Todo esto indica que la emergencia sanitaria que atravesamos afectará negativamente a la economía mexicana. Como estableció Ayllón, “ no es una crisis financiera de grandes carteras, sino que es una afectación que golpeará a todos, pero sobretodo, a aquel sector vulnerable que no tiene los recursos ni la seguridad social para poder afrontar la crisis ”.

Dentro de la sociedad mexicana, gracias a la pandemia, al confinamiento, y por lo tanto al declive en general de la economía mundial, tenemos una disminución generalizada de la demanda; los negocios, empresas y fábricas están cerrando. Lógicamente existe un menor tránsito en las calles, el cual provoca menos venta hasta en la informalidad. El CONEVAL, por lo tanto, estima que para el segundo trimestre del 2020, el 45,8 por ciento de la población tenga un salario inferior al costo de la canasta básica, provocando que la pobreza en nuestro país aumente aún más, un 7.2 por ciento. De acuerdo a Ayllón, la falta de políticas públicas es pieza clave dentro de lo que estamos viviendo.

Esto se vuelve como un círculo vicioso; las personas que queden desempleadas debido a la crisis sanitaria (y por lo tanto, económica), perderán, si es que lo tenían, la seguridad social para ellos y para su familia, volviéndolos más propensos tanto a consecuencias graves de salud, como a mermar considerablemente el poco patrimonio familiar que se pueda conservar, por consiguiente, la crisis económica se hará aún mayor.

Al finalizar el año pasado, el Inegi también presentó cifras de la composición del tipo de empresas que operan en nuestro país a través de la Encuesta Nacional sobre Productividad y Competitividad de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas; las microempresas representan más del 80 por ciento del total de empresas, aproximadamente 4 millones 57 mil de ellas en un total de 4 millones 926 mil 61. Añadiendo a esto las medianas empresas, se suman otras 111 mil más. Ayllón advierte que sin un soporte financiero, muchas de ellas caerán en la quiebra. Según cálculos de Oxfam México, aproximadamente tres millones de empresas se verán afectadas en nuestro país. Si tomamos en cuenta que estas empresas generan 1.2 billones de pesos al año y dan empleo a 28 millones de personas, aproximadamente 47 por ciento de los empleos están en riesgo de perderse. Esta situación ha dejado de nuevo al descubierto las consecuencias de la desigualdad dentro del país, no solo a nivel individual, sino también para los tamaños y alcances de las empresas. Según la asociación Mexicana de Venta Online, 7 de cada 10 microempresas prevén perder al menos un cuarto de su negocio por la emergencia sanitaria.

Hay sectores en donde ya se puede ver con claridad la catástrofe a venir; el sector turístico ha tenido pérdidas desde que inició el año. Con el cierre y disminución de producción internacional, se espera una disminución en la percepción de remesas y en las exportaciones mexicanas. Hay un colapso en los precios del petróleo. Todo lo anterior, como es bien sabido, sostiene gran parte de la economía mexicana, por lo que es claro un avenir difícil. “ Más allá de un problema de salud, el problema social que tenemos al frente es aún más preocupante ”, comentó Ayllón. Asimismo, advierte que la recuperación será lenta. “ Es muy aventurado poder decir cuánto se tardará en reconstruir lo perdido, sobre todo con políticas públicas poco efectivas ”.

Tan solo en los primeros diez días de contingencia, en el Valle de Toluca la pérdida económica llegó a los 200 millones de pesos, causando así despidos, o receso de actividad sin goce de sueldo. Lo anterior hace que los trabajadores informales aumenten, pues aunque el comercio disminuya, la mayoría de las personas no se pueden dar el lujo de pasar un día sin remuneración económica, pues de eso viven diariamente. Entonces, aquí pareciera aparecer el dilema, ¿darle prioridad a la salud, o a lo económico?

Jesús Trigos, presidente del Centro Patronal del Estado de México, comentó que entre cuidar la salud o la economía no hay comparación, “ ambos tienen el mismo nivel de importancia, ya que si careces de uno, afecta al otro ”. Las medidas que el Sindicato ha utilizado para adaptarse a la situación es la regulación con base en gaceta, en la cual se establecen los giros de los negocios que pueden permanecer abiertos, los cuales el secretario asegura que están tomando las medidas preventivas correspondientes, e innovando formas de venta para no poner en riesgo la seguridad y salud tanto de clientes como de trabajadores.