El oscuro líder petrolero Carlos Romero Deschamps, de 76 años de edad, renunció este miércoles tras 26 años como líder del poderoso sindicato de Petróleos Mexicanos (Pemex) y acorralado por numerosas acusaciones de corrupción en su contra.
Romero Deschamps (Tampico, 1944) fue líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) desde 1993, y es apodado como “El Güero” o “El Güero Guacamayo” por su tez blanca.
Durante años se planearon numerosas acusaciones de corrupción y desvío de fondos contra Deschamps, sustentadas en evidencias de él y su familia sobre un tren de vida desenfrenado, con mansiones, yates y autos de lujo.
Tras pasar sus primeros años de juventud como vendedor ambulante, su primer acercamiento con Pemex fue como trabajador de la refinería de Salamanca, en el céntrico estado de Guanajuato, invitado por uno de sus primos, que era ingeniero y secretario del sindicato en la región.
Al obtener su plaza fija en Pemex trabajó como chófer, y poco después estrechó lazos con otro gran líder petrolero, Joaquín Hernández Galicia ‘La Quina’, mientras él mismo se hacía un nombre dentro de la organización sindical.
En 1979 se casó y tuvo tres hijos, mientras su influencia dentro del sindicato crecía y, apoyado por la cúpula, asumía el control del sindicato de Azcapotzalco, uno de los que aglutinaba más agremiados.
Auspiciado por ‘La Quina’, Romero Deschamps fue creciendo dentro del sindicato. Trabajó durante años al lado de este histórico sindicalista, también vinculado a casos de corrupción.
Hasta que, de acuerdo con el experto, su ambición lo llevó a traicionar su mentor para ocupar su lugar al frente del STPRM, uno de los más grandes de México con cerca de 100 mil miembros en activos y casi la mitad de afiliados jubilados.
Hernández Galicia fue destituido, encarcelado durante varios años y posteriormente amnistiado. Y Romero Deschamps, de facto, lo sustituyó tras la designación temporal de un líder interino, en 1993.
Desde entonces, y durante más de un cuarto de siglo, logró ser reelegido, utilizando en algunas ocasiones complejas maniobras para mantenerse en el poder.
Uno de los escándalos más cercanos a Romero Deschamps fue el del Pemexgate -el desvío de fondos millonarios del sindicato a la campaña del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2000-, del que salió indemne.
Su supervivencia al frente del sindicato -y pese al destape de su riqueza, y a una imagen pésima ante los medios de comunicación- también se debe a motivos políticos.
Sobre todo, porque gozó de fuero en varios periodos como diputado y senador por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En 2013, la detención de otra poderosa líder y amiga, Elba Esther Gordillo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), parecía presagiar la caída de Romero Deschamps.
Pero no fue así, y Romero Deschamps sobrevivió otro sexenio, el de Enrique Peña Nieto (2012-2018), cuya campaña presidencial habría sido financiada con un gran desvío de recursos del sindicato petrolero, según investigaciones periodísticas.
Con la llegada del izquierdista Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia el 1 de diciembre del 2018, el cerco se estrechó contra el líder petrolero, que ya no disponía de escaño en el Senado que le garantizara la inmunidad.
Parecía que esta vez era la definitiva, la supervivencia de Deschamps chocaba frontalmente contra la prometida lucha anticorrupción de López Obrador.
Este día, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, fue cuestionada tras un foro en la UNAM sobre si el Gobierno de López Obrador va a perdonar a Romero Deschamps.
“Este Gobierno lo que hará es respetar a las Fiscalías y a las autoridades judiciales autónomas, eso es lo que va hacer”, dijo a medios.
En tanto, el senador Ricardo Monreal dijo que el creía que la renuncia de Romero Deschamps “iba a ocurrir hace tiempo” y apuntó que en el Senado “no vamos a hacer leña del árbol caído”
Además señaló que en este gobierno habrá “cero tolerancia a la corrupción y a la impunidad” y que lo correcto y conveniente “es que se sometan a los procesos que la ley establece”.