Eran las grandes favoritas de la noche y las dos cumplieron su objetivo de hacer historia: Taylor Swift ganó su tercer Grammy al álbum del año por el aclamado “Folklore” y Beyoncé se convirtió en la mujer con más gramófonos dorados, 28 premios a lo largo de su carrera.
En uno de los años más difíciles para la industria musical, la Academia de la Grabación estadounidense preparó una gala sencilla y elegante, sin público, en la que los artistas fueron turnándose las actuaciones en un escenario circular dispuesto en el Centro de Convenciones de Los Ángeles (EE.UU.).
A diferencia de los Emmy y los Globos de Oro, los Grammy evitaron recrear una gala de grandes dimensiones y apostaron por reinventarse con un formato reducido que cedió todo el protagonismo a la música.
“Sé que hace mucho tiempo que no han asistido a un concierto, yo tampoco. Por eso esta noche les llevaremos el concierto a su casa”, anunció el humorista Trevor Noah, maestro de ceremonias.
Y a lo largo de casi cuatro horas de gala fue desfilando lo más granado del panorama musical: Bad Bunny, Taylor Swift, Cardi B, Dua Lipa, Harry Styles, Billie Eilish, Post Malone, John Mayer, BTS, Megan Thee Stallion, Bruno Mars y HAIM.