Una muestra de la cultura mexiquense es el arte de su pueblo, las manos de las artesanas y los artesanos que hacen posible la realidad de una visión perfecta en piezas que resaltan y le dan identidad al estado.

La lapidaria es el arte de labrar piedras preciosas y semipreciosas, que cuenta con una gran tradición en el Estado de México. En la actualidad, se practica en piedras como ágata, ópalo, amatista, venturina, obsidiana, serpentina, malaquita, jade y ónix, para darle vida a pisapapeles, floreros, copas, pastilleros, fruteros, lámparas, joyería y diversas figuras.

El cantero se ha instalado en el arte sin perder su carácter de artesano, o dándole un significado más profundo, ya que en rigor no le es exclusiva, sino que resulta común en las diversas ramas del sector, como la propia lapidaria.

El trabajo de dar forma a los bloques se realiza de una manera artesanal, cuando las manos empuñan martillo, cortafríos y cincel principalmente; pero al inventario de herramientas se agregan los escorpios, escodas, buriles, punteros y escofinas. El resultado serán los relieves que se logran en la piedra.

Los municipios que cuentan talleres de este oficio son Teotihuacán, San Martín de las Pirámides, Amecameca, Zacualpan, Aculco, Chimalhuacán, Toluca y Acambay.

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Al consumir una artesanía mexiquense los compradores apoyan directamente a los productores, además de que obtienen artesanías únicas y mantienen viva la cultura y la tradición.