El papa Francisco ha pedido en su habitual mensaje para la jornada mundial de los Migrantes que, a pesar de la crisis mundial causada por la pandemia de la COVID-19, no se olvide el drama de los refugiados y desplazados.

Un drama a menudo invisible, que la crisis mundial causada por la pandemia de COVID-19 ha agravado” y que “ha empañado muchas otras emergencias humanitarias que afligen a millones de personas, relegando iniciativas y ayudas internacionales esenciales y urgentes para salvar vidas a un segundo plano en las agendas políticas nacionales”, lamenta en este documento publicado hoy.

Ante ello, exhorta a que éste no sea “el tiempo del olvido” y que “la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado a tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas”.

En el mensaje de este año, Francisco propone seis acciones para una mejor comprensión del drama de los migrantes.

La primera es que “es necesario conocer para comprender” pues “cuando hablamos de migrantes y desplazados, nos limitamos con demasiada frecuencia a números. ¡Pero no son números sino personas! Si las encontramos, podremos conocerlas. Y si conocemos sus historias, lograremos comprender”.

Después indica que “hay que hacerse prójimo para servir” y criticó que son “los miedos y los prejuicios, los tantos prejuicios, los que nos hacen mantener las distancias con otras personas y a menudo nos impiden acercarnos como prójimos y servirles con amor”.

Para “reconciliarse se requiere escuchar”, agrega el papa, que observa que debido a la pandemia “el silencio se apoderó por semanas enteras de nuestras calles. Un silencio dramático e inquietante que, sin embargo, nos dio la oportunidad de escuchar el grito de los más vulnerables, de los desplazados y de nuestro planeta gravemente enfermo”.

Otra de sus propuestas es que “para crecer hay que compartir” y advierte que “la pandemia nos ha recordado que todos estamos en el mismo barco” y que “nadie se salva solo”, por lo que “para crecer realmente, debemos crecer juntos, compartiendo lo que tenemos”.

Y también invita a “involucrar para promover” pues “si queremos realmente promover a las personas a quienes ofrecemos asistencia, tenemos que involucrarlas y hacerlas protagonistas de su propio rescate”.

También dice que “es indispensable colaborar para construir” y exhorta a los cristianos “a aprender a colaborar, sin dejarnos tentar por los celos, las discordias y las divisiones”.

Debemos comprometernos a garantizar la cooperación internacional, la solidaridad global y el compromiso local, sin dejar fuera a nadie”, argumenta.

Jorge Bergoglio termina su mensaje con una oración en la que pide que el Señor “pueda consolar y proteger a todos los hermanos y hermanas que, empujados por las guerras, la pobreza y las necesidades, abandonan su hogar y su tierra, para ponerse en camino, como refugiados, hacia lugares más seguros”.