En una oficina de Guadalajara, una joven de 13 años comenzaba a monitorear las noticias relevantes para el conglomerado familiar.
Mientras otros adolescentes de su edad estaban preocupados por la escuela y los amigos, Altagracia Gómez Sierra ya se inmiscuía en el mundo de los negocios. Su padre, Raymundo Gómez Flores, un destacado empresario y exsenador, le había encomendado esa tarea mientras él andaba en campaña política.
Este temprano inicio en el ámbito empresarial marcaría el comienzo de una carrera que la ha llevado a convertirse en una de las empresarias más influyentes de México, al grado de formar parte del primer círculo de la Presidenta electa, Claudia Sheinbaum.