Para José Manuel Oropeza, coordinador General del Centro Histórico, hay dos grandes riesgos y amenazas a la seguridad de los asistentes a los bares: el incumplimiento de normas y el acecho de la delincuencia organizada.
Hay establecimientos que no cumplen con los Planes de Protección Civil que obligan entre otras cosas a tener claramente delimitadas y seguras las salidas al exterior, el mantenimiento de instalaciones eléctricas y de gas, respeto del aforo y condiciones de seguridad generales.
Además, deben impedir el acceso a menores de edad y venderles bebidas alcohólicas.
“Las alcaldías son las primeras responsables tanto en las autorizaciones debidas como en la vigilancia de las normas”, indicó.
Oropeza vio que el incidente ocurrido en la Plaza Madero, donde el 7 de junio pasado cientos de jóvenes se intoxicaron en un antro que rebasó su aforo y expendía bebidas alcohólicas a menores, puso en el centro las condiciones irregulares de bares.
“Los hechos del Bar Rock de Madero visibilizaron el asunto. Eso obligó al Gobierno de la CDMX a emprender una estrategia que, si bien no es exclusiva para los bares, sí puso cuidado en ese tipo de lugares”, expresó.
Oropeza insistió que la presencia de la delincuencia organizada sigue siendo una amenaza para esos lugares. Citó el caso del Bar “Club 31” de la Zona Rosa que funcionaba como un almacén de drogas.
En ese bar, el pasado 4 de julio fueron detenidas tres personas que presuntamente controlaban redes de narcomenudeo. La droga almacenada en el antro, era distribuida en distintos puntos de la Zona Rosa.
Según el informe policial, en ese establecimiento había venta de droga y prostitución. Fueron aseguradas 195 dosis de cocaína empaquetadas y 172 dosis de mariguana distribuidas en pequeñas bolsas de plástico.