CIUDAD DE MÉXICO — Las votaciones de México iniciaron el domingo en una histórica elección en la que dos mujeres se disputan la presidencia con dos opciones opuestas: la de quienes quieren un cambio de rumbo y la de quienes respaldan la continuidad del modelo heredado del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Las elecciones se consideran un referéndum de la administración de López Obrador, quien en sus seis años de mandato amplió los programas sociales pero también la militarización del país y no pudo controlar ni la inseguridad ni la impunidad ni el avance del crimen organizado.
La candidata del oficialista partido Morena, Claudia Sheinbaum, exalcaldesa de la capital, es la favorita de la contienda seguida de la empresaria y exsenadora Xóchitl Gálvez, quien encabeza la coalición opositora formada por un partido conservador (el PAN), uno izquierdista (el PRD) y el que gobernó México durante siete décadas del siglo XX (el PRI).
Ninguna de las dos mujeres, ambas de 61 años, ha conseguido enganchar con el electorado como lo hizo hace seis años López Obrador, que ganó por más de 30 puntos de ventaja en 2018.
En las afueras de la Ciudad de México, en el barrio de San Andrés Totoltepec, el ama de casa Stephania Navarrete, de 34 años, observaba a las decenas de camarógrafos y funcionarios electorales reunidos donde Sheinbaum iba a votar.
Navarrete dijo que planeaba votar por la candidata de Morena pese a sus críticas a López Obrador.
“Tener una mujer presidente, para mí como mujer mexicana, no va a ser como antes cuando, por el simple hecho de decir que eres mujer te limita a ciertas profesiones. Ahora ya no”, dijo Navarrete a The Associated Press.
Agregó que los programas sociales de López Obrador, el mentor de Sheinbaum, son cruciales pero que la violencia de los cárteles es su principal preocupación. “Para mí el reto mayor en la seguridad. Dijeron que iban a bajar los niveles de delincuencia pero no, fue todo lo contrario, se dispararon. Obvio no culpo completamente el presidente, pero es en cierta manera su responsabilidad”, dijo Navarrete.
Casi 100 millones de mexicanos están llamados a votar en los comicios más grandes en los que, además de la presidencia, se renovarán las dos cámaras del Congreso, nueve de las 32 gubernaturas y más de 19.000 cargos locales.
Alrededor de 675.000 mexicanos que viven en el extranjero están registrados para votar pero en el pasado sólo un pequeño porcentaje lo ha hecho. El voto no es obligatorio en México y la participación ha rondado el 60% en las últimas elecciones.
Las urnas de la mayor parte del país cierran a las 18.00 horas (00.00 GMT) y se espera que los primeros resultados preliminares y parciales empiecen a fluir a las 21.00 horas (03.00 GMT).
Sheinbaum, exacadémica, ha apostado por la continuidad del modelo, lo que le garantiza el apoyo de los sectores más populares —que son la base electoral del actual presidente— pero le dejó poco o ningún margen de maniobra para proponer ajustes a las políticas más polémicas del mandatario.
Gálvez, una mujer que presume de haber pasado de vender gelatinas a fundar sus propias empresas tecnológicas, se presentó como la única opción para devolver la paz a los mexicanos y centró su campaña en criticar la estrategia de seguridad del presidente de “abrazos, no balazos”, que quiere atajar las causas de la violencia sin confrontación directa con los cárteles.
También denunció que la forma de gobernar del actual mandatario supone un peligro para la democracia por querer suprimir organismos autónomos o por sus enfrentamientos y ataques al Poder Judicial.
El único candidato presidencial hombre es Jorge Álvarez Máynez, del pequeño partido Movimiento Ciudadano, que va en un lejano tercer lugar.
Pedro Saldívar Roja, un ex farmacéutico de 71 años, estaba al frente de la fila de votantes en San Andrés Totoltepec con un rosario al cuello y un bastón en la mano.
“Es una elección histórica, para votar y unirnos en el oficio del pueblo”, dijo el hombre e indicó que planeaba votar por Sheinbaum debido a los programas sociales de López Obrador, especialmente los pagos realizados a los mexicanos mayores.
Morena, un partido creado por López Obrador hace diez años, gobierna en 23 de los 32 estados del país y tiene mayoría simple en ambas cámaras del Congreso que ahora aspira a ampliar hasta los dos tercios necesarios para poder reformar la Constitución sin necesidad de consenso, algo que preocupa profundamente a la oposición y a los expertos.
La violencia política se ha multiplicado durante la campaña. No es algo nuevo para México, donde el crimen organizado busca condicionar a los candidatos en los estados y municipios para garantizarse el control local de las zonas donde opera. Pero este año su impacto ha sido notable con casi una treintena de aspirantes a cargos públicos asesinados —según información de la organización Data Cívica—, y decenas de ataques, amenazas y homicidios de familiares de los políticos.
Un candidato a alcalde en Guerrero, al sur, fue baleado en pleno mitin de cierre de campaña. En Morelos, en el centro del país, o en Nuevo Laredo, en la frontera con Estados Unidos, el crimen organizado colgó lo que podrían considerarse “narcocarteles electorales” para que votaran por determinado candidato. Y en Chiapas, un estado en plena guerra entre el Cártel de Jalisco y el de Sinaloa, desconocidos quemaron una oficina local del instituto electoral que no provocó víctimas pero sí acabó con toda la papelería de las votaciones hecha ceniza.
Más de 27.000 uniformados federales, la mayoría de la Guardia Nacional, han sido desplegados para garantizar la seguridad de las votaciones que serán vigiladas también, entre otros, por observadores internacionales de la Organización de los Estados Americanos.
En el terreno económico México llega a los comicios con el peso fortalecido frente al dólar en los últimos años, principalmente debido a los altos tipos de interés internos y al aumento de las remesas que son enviadas por los emigrantes desde Estados Unidos a miles de rincones de México. El crecimiento medio del PIB durante el mandato de López Obrador ha sido del 1% anual.