Pedro Hernández Morales, el vocero del magisterio, con una playera de Pancho Villa en el pecho y una gorra de los Diablos Rojos, fue jaloneado por ciudadanos de la marea rosa en la entrada a la Calle 20 de Noviembre y luego por sus propios compañeros del magisterio que le pedían contenerse.
Soltaba manotazos en la Calle de la Revolución con una mochilota de astronauta, pero era inútil. A empujones, a jaloneos, a golpes de ida y vuelta, a salpicadas de café, los habían desbordado.
“No, pues mira ya (nos) rebasó esto. Estamos pidiendo que se respete nuestro campamento”, dijo Hernández, todavía con la respiración agitada y la playera arrugada, caminando de un lado a otro en la pequeña esquina del Zócalo a donde fueron replegados, mientras la “Marea Rosa”, ensalzaba a Xóchitl Gálvez como su candidata.
Ironías de la grilla. A los maestros de la CNTE, profesionales de las marchas, los mítines y la presión, los desbordó un movimiento “fresa” que vestía de rosa…Y en la plaza pública, su propio terreno, donde un martes 13 de 2013, el entonces Gobierno de Enrique Peña Nieto necesitó de 3 mil policías y dos helicópteros para desalojarlos.
Acá nada de eso, sino gritos, empujones e indignación porque se pensaba que se habían aliado al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador para afectar la reunión de quienes pretenden contener los ataques oficiales contra el Poder Judicial y otras instituciones.
Querían quedarse con medio Zócalo, desde el asta, para impedir con unas cuantas carpas que la bandera fuera izada. Esa fue su segunda derrota, la primera fue que eran tan pocos, unos 200, quizás menos, y el número de la marea rosa, según el Gobierno, fue de 95 mil personas.
Si por la mañana impidieron la entrada al Zócalo, pasadas las 8:30 horas irrumpieron los soldados por el pasillo que formaban las vallas y en menos de 10 minutos elevaron la bandera.
Del lado norte, la “Marea rosa”, más numerosa, entonaba el himno y del lado sur, los maestros levantaban el puño izquierdo y hacían lo mismo. Y cada grupo acusaba al otro.
“Nunca nos opusimos a que la bandera estuviera izada, somos maestros, todos los lunes hacemos honores a la bandera, ¿por qué no la pusieron desde el 15 que estamos aquí y ahora sí que Xóchitl la solicita?”, decía todavía caliente el ex líder de la CNTE en la Ciudad de México, Gonzalo Martínez Villagrán.
“Nos pedían ‘quítense’, pues sí, pero si nos quitamos, nos van a arrollar y fue lo que pasó”, diría más tarde Hernández, ya cuando los que entraban por la Calle 20 de Noviembre habían quitado a empujones las vallas de fierro porque no iban a caber en la mitad del Zócalo.
Los del magisterio que piden aumento del 100 por ciento y abrogación de la reforma educativa “PeñAMLO” respondieron también a empujones, con palos de banderas y puñetazos, pero fueron arrollados en unos minutos.
La marea entró, rodeó las casas de campaña de los maestros de Guerrero, se fue hasta la orilla de Palacio Nacional, obligó a la CNTE a sacar un mecate y formar una fila para defender su pedazo de esquina a donde fueron replegados, y proclamó a Gálvez como su candidata.