Ciudad de México.- Cuando los dos hombres vestidos de naranja, encadenados y con esposas, rodeados por una decena de policías, aparecieron en la escena, las miradas del personal del INE, de visitantes y custodios se posaron sobre ellos.
Se trata de los dos únicos presos de alta peligrosidad del penal estatal de Barrientos, Tlalnepantla, que lograron votar por la Presidencia de la República.
Emitieron su voto, pero no en secrecía. Tres elementos los rodearon en la mampara y no despegaron la mirada de sus manos, por lo que su proceso para sufragar tardó menos de dos minutos.
En segundos, a los acusados de secuestro y crimen organizado nuevamente les colocaron las cadenas y esposas, y escoltados desaparecieron del auditorio.
Fueron los dos últimos de los 898 presos en prisión preventiva, de ellos 104 mujeres, que ejercieron su voto en este reclusorio del Estado de México.
Por primera vez en todo el país, 30 mil 391 presos de 215 cárceles federales y estatales votarán por la Presidencia de la República, entre el 6 y 20 de mayo. De ellos, entre lunes y martes votaron 9 mil 855.
‘No sabía ni por quién votar’
Néstor, un recluso de 36 años acusado de robo de auto, reconoce que cuando tuvo enfrente la boleta con los nombres de quienes aspiran a la Presidencia de la República dudó por quién votar, así que lo hizo por el partido que más le convencía antes de entrar a la cárcel.
Para él, ninguno de los tres aspirantes lo convence, pese a que los escuchó en los dos debates presidenciales, en noticieros que les permiten ver y en el penal colocaron, en cárteles, las plataformas electorales de las tres candidaturas.
“No sabía ni qué elegir, me entró la duda”, platica, mientras confía en que realmente cumplan lo que prometen, principalmente en materia de justicia y empleo.
Néstor asegura que en el dormitorio uno y dos del penal de Barrientos sí había un ánimo festivo por la votación. Los obligaron a lucir sus mejores prendas en color azul rey.
“Hoy me sentí contenta y no rechazada, me sentí tomada en cuenta”, afirma Griselda, una de las 104 presas que votaron en este reclusorio.
Al igual que Néstor, la veinteañera confía en que quien llegue a la Presidencia proponga una reforma al Poder Judicial que realmente ayude a acelerar los procesos de quienes están en prisión preventiva y dejar en libertad a quienes llevan años sin que se les compruebe el delito por el que los encarcelaron.
Sin embargo, lamentan, en lo poco que han escuchado y en las plataformas que leyeron, ninguno habla sobre su problema.
“Si los tuviera enfrente les diría que lo que hablan en la tele que lo cumplan”, dice Griselda.
El 70 por ciento de los votantes en esta presión votó el año pasado por la Gubernatura mexiquense, por lo que la logística fue más ágil y todo el proceso de votación de casi un millar de personas tardó dos horas con 40 minutos.
Los más seguros se llevaron tres minutos en sufragar, muchos otros prefirieron darse su tiempo y repasar las plataformas electorales que venían en el sobre que les dieron, por lo que tardaron hasta ocho minutos.
Los propios reos elaboraron los cárteles a lápiz que se desplegaron por la cárcel con las leyendas: “Mi voto, mi elección” o “Mi voto es libre y secreto”.
Uno por uno en el Altiplano
En el penal del Altiplano, por su alta peligrosidad, los 118 presos en prisión preventiva que votarán por la Presidencia de la República saldrán de sus celdas de uno por uno.
Contrario al resto de los penales, donde la votación se ha dado en grupos de hasta 120 reos al mismo tiempo.
Por ello, Joaquín Rubio, vocal ejecutivo del INE en el Estado de México, explicó que en el Altiplano se destinaron dos días a la votación, por lo que se realizará el próximo sábado y domingo de las 8:00 a 18:00 horas.
Informó que no podrán asistir observadores ni representantes de partidos políticos, como también sucede en todas las cárceles.
El funcionario electoral aseguró que a los presos en prisión preventiva se les dieron todas las facilidades para ejercer su derecho al voto, como tramitar desde la cárcel su credencial de elector, con datos de su anterior domicilio o el penal en el que están recluidos.
De las 215 cárceles, 14 son reclusorios federales.